El sentido religioso

Cuando miro en el cielo arder las estrellas
me digo pensativo:
¿para qué tantas luces?
¿qué hace el aire sin fin, y esa profunda,
infinita serenidad? ¿Qué significa esta
soledad inmensa? ¿Y yo, qué soy?

De esto mismo trata “El sentido religioso”, de don Luigi Giussani, un libro que comencé a leer hace poco: de las preguntas últimas del hombre. ¿Cuál es el significado último de la existencia? ¿por qué existen el dolor y la muerte? ¿por qué vale la pena realmente vivir? Estas preguntas son inmanentes en el hombre.

Se puede llegar a pensar, como indica Julián Carrón, que estas preguntas, este sentido religioso del hombre, es una simple premisa para la fe: una vez alcanzada ésta, ya no son necesarias, están como superadas. Sin embargo, esto es un error.

Juan Pablo II decía que todo lo que es auténticamente humano es cristiano. No olvidarnos nunca de estas preguntas, de este sentido de religiosidad inherente al espíritu del hombre, es parte de nuestro ser cristianos, ya que como decía Giussani citando a Reinhold Neibuhr, “no hay nada más absurdo que la respuesta a una pregunta que no sea ha planteado” (o se ha dejado de plantear).

¿En qué nos es útil Cristo? ¿cómo me ayuda en el caminar hacia mi destino? Estas son preguntas muy válidas también, y que personalmente me ayudan a dar un paso adelante en mi fe, a experimentarla aquí y ahora, no como algo que sólo tiene que ver con el futuro, con la vida que sigue, sino como algo que actúa hoy en mi presente, que está en cada instante, en mis alegrías, en mi trabajo, estudio, mis cansancios y sufrimientos, en todo.

Ya voy por el cuarto capítulo. Los tres primeros fueron, realmente, geniales. En ellos habla de tres premisas para afrontar el tema del sentido religioso: el realismo, la razonabilidad, y la moralidad en la dinámica del conocimiento (o dicho de otra forma, ser moral, es decir tener una actitud adecuada cuando estoy conociendo algo).