¿Una luz ilusoria?

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2. Sin embargo, al hablar de la fe como luz, podemos oír la objeción de muchos contemporáneos nuestros. En la época moderna se ha pensado que esa luz podía bastar para las sociedades antiguas, pero que ya no sirve para los tiempos nuevos, para el hombre adulto, ufano de su razón, ávido de explorar el futuro de una nueva forma. En este sentido, la fe se veía como una luz ilusoria, que impedía al hombre seguir la audacia del saber. El joven Nietzsche invitaba a su hermana Elisabeth a arriesgarse, a «emprender nuevos caminos… con la inseguridad de quien procede autónomamente». Y añadía: «Aquí se dividen los caminos del hombre; si quieres alcanzar paz en el alma y felicidad, cree; pero si quieres ser discípulo de la verdad, indaga»[3]. Con lo que creer sería lo contrario de buscar. A partir de aquí, Nietzsche critica al cristianismo por haber rebajado la existencia humana, quitando novedad y aventura a la vida. La fe sería entonces como un espejismo que nos impide avanzar como hombres libres hacia el futuro.

[3] Brief an Elisabeth Nietzsche (11 junio 1865), en Werke in drei Bänden, München 1954, 953s.

Qué bueno encontrarse con Ratzinger. Fue lo primero que pensé al leer este fragmento de Lumen Fidei, la cual fue escrita en gran parte por él. Es que representa, por lo menos para mi, una bocanada de aire fresco. Me pregunto qué tipo de textos vamos a comenzar a leer con Francisco en las próximas encíclicas y documentos.

“¿Podemos todavía creer? … El cristiano de hoy tiene que hacerse estas preguntas y no debe contentarse con comprobar que, a pesar de las amenazas y cambios, siempre hay a la mano una interpretación del cristianismo que no escandaliza”, decía en Introducción al cristianismo. Es que Ratzinger era capaz de llegar a agnósticos y ateos como Mario Vargas Llosa, que destacaba las “novedosas y audaces reflexiones” que el ahora Papa emérito hacía, donde “lectores no creyentes podían leer con provecho y a menudo —a mí me ha ocurrido— turbación”.