La dama en el agua


Hace doce años escribí algo muy corto sobre esta película: que me había fascinado. Nunca entendí bien por qué. Hago un intento en esta nueva entrada.

Actúan Paul Giamatti y Bryce Dallas Howard, y la música es de James Newton Howard. M. Night Shyamalan es su escritor y director, conocido por dirigir El sexto sentido, El protegido (Unbreakable, en inglés), La aldea y varias otras películas de renombre. Pero La dama en el agua no es una de ellas. Siendo un fracaso en términos financieros, ha sido criticada por factores que una persona con más conocimientos sabrá describir mejor que yo; pero lo que me llamó poderosamente la atención es que algunos la hayan catalogado como una comedia en lugar de un drama. Hace poco encontré una entrevista al director luego del décimo aniversario de la película. Ante la pregunta obvia, responde no solo que ama esta obra suya, sino que agrega que, si su casa estuviera quemándose y cayéndose a pedazos, La dama sería una de las dos películas que rescataría.
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Porque viven desesperados por la realidad

Acabo de ver una gran entrevista a Ernesto Sábato, un escritor argentino que publicó, entre otras, El Túnel, una novela destacada por otros importantes escritores como Albert Camus, Thomas Mann, y Graham Greene. Luego de obtener un doctorado en física, termina abandonando la ciencia y el comunismo para dedicarse a la escritura y más tarde a la pintura.

Una vez un estudiante le preguntó acerca de algunos aspectos sociológicos e históricos de otro de sus libros (Sobre Héroes y Tumbas). Sábato respondió que «una gran novela es aquella que considera las grandes características del hombre: sus preguntas sobre Dios, la soledad, el rencor, la envidia, el amor, el problema de la muerte. Estos aspectos son eternos, y a eso es a lo que el Eclesiastés se refiere cuando dice que “no hay nada nuevo bajo el Sol”; el corazón del hombre es eterno. Todos los otros aspectos en una gran novela, aquellos sociológicos e históricos, son casi un pretexto».
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Curiosidad

El motor de la ciencia es la curiosidad con las preguntas constantes: “¿Y eso cómo es?”, “¿en qué consiste?”, “¿cómo funciona?”. Y lo más fascinante es que cada respuesta trae consigo nuevas preguntas. En eso los científicos le llevamos ventajas a los exploradores: cuando creemos haber llegado a la meta anhelada, nos damos cuenta de que lo más interesante es que hemos planteado nuevos problemas para explorar.

César Milstein (Argentina, 1927 – Reino Unido, 2002), Premio Nobel de Medicina 1984.

Ese culto del trabajo bien hecho

Qué bueno fue leer esto, de Charles Péguy, sobre el trabajo. Es una mirada tan nueva hoy, y sin embargo tan antigua. Es así, tal cual. Porque mi viejo y mi vieja me comunicaron lo mismo. Porque sus viejos, mis abuelos, les comunicaron lo mismo.

Justo hoy lo leo, domingo. No se puede arrancar la semana, empezar el lunes, sin un renovado entusiasmo.

Se crea o no, nosotros hemos sido criados en el seno de un pueblo alegre.

Se crea o no, es lo mismo, hemos conocido obreros que tenían ganas de trabajar. Hemos conocido obreros que, al despertar, sólo pensaban en el trabajo. Se levantaban en la mañana —y a aquella hora— cantando con la idea de ir al trabajo. Y cantaban a las once, cuando se preparaban para comer su sopa. En el trabajo estaba su alegría y la raíz profunda de su ser. Y la razón misma de su vida.

Hemos conocido ese culto del trabajo bien hecho perseguido y cultivado hasta al escrúpulo extremo. He visto, durante toda mi infancia, empajar sillas con el mismo idéntico espíritu, y con el mismo corazón, con los cuales aquel pueblo había tallado las propias catedrales.
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Las estatuas vestidas y los hombres desnudos

Hoy leía la opinión de Mario Vargas Llosa sobre «la decisión del gobierno italiano de tapar las figuras desnudas en los Museos Capitolinos durante la visita del presidente iraní», y así «no incomodar a su huésped, Hasan Rohani», que venía acompañado de varios empresarios para firmar unos contratos por 17.000 millones de euros. En una parte el premio Nobel dice:

Se trata, en verdad, de una actitud vergonzante y acomodaticia que parece dar la razón a los fanáticos que, en nombre de una fe primitiva, obtusa y sanguinaria, se creen autorizados a imponer a los otros sus prejuicios y su cerrazón mental, es decir, aquella mentalidad de la que la civilización occidental se fue librando -y librando al mundo- a lo largo de una lucha de siglos en la que cientos de miles, millones de personas se inmolaron para que prevaleciera la cultura de la libertad […]

Pero fue en nuestra civilización occidental, precisamente en la entrega del Balón de Oro, donde recientemente fuimos testigos de la ridícula censura de la FIFA en el video de Neymar, cuando festejaba el título de la Liga de Campeones. Y el argumento fue el mismo que usó el gobierno italiano: «el respeto» hacia el otro, un supuesto otro que no tolera ver una vincha con el texto “100% Jesús” en la frente de un jugador.

«Nuestra cultura», dice el escritor peruano en el artículo, «es lo que somos, nuestra mejor credencial, no hay razón alguna para ocultarla. Al revés: hay que lucirla y exhibirla». Pero si esto es así para «la cultura», nuestra cultura, cuánto más para el propio yo que muchas veces expresa su deseo y su búsqueda de felicidad, y la alegría de haber encontrado una respuesta, en un gesto religioso. Esto es más mío que la cultura. Y de hecho, gracias a estos gestos públicos yo también he encontrado respuestas. El falso respeto nos hace ser ridículos. Vestimos a las estatuas y les pedimos a los hombres que se desnuden.

Abrir los ojos

—El gato era un gato común, sin más. Los demás esperaban ver una bestia fabulosa, y eso fue lo que vieron. […]
—Tú viste lo que había allí —contestó Arya tras meditar un instante.
—Exacto. Abrir los ojos es lo único necesario. El corazón miente y la mente engaña, pero los ojos ven. Mira con los ojos. Escucha con los oídos. Saborea con la boca. Huele con la nariz. Siente con la piel. Y no pienses hasta después, y así sabrás la verdad.
—Bien —sonrió Arya.
Syrio Forel también se permitió sonreír.

El camino

Que bueno fue leer esto hoy. Abajo les dejo un resumen con algunas citas, pero el texto completo está en este enlace.

«”Existe un punto de llegada, pero ningún camino” (Kafka). Es innegable: hay algo ignoto. Los geógrafos antiguos trazaban prácticamente una analogía entre lo ignoto y la famosa “terra incognita” que cerraba sus grandes mapas; en los márgenes del pergamino señalaban: tierra desconocida. En los márgenes de la realidad que el ojo abarca, que el corazón siente, que la mente imagina hay algo ignoto. Todos lo sienten. Todo el mundo lo ha sentido siempre».

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