La semana pasada terminé de leer el último capítulo de “El Retorno del Rey”, la última parte de “El Señor de los Anillos”.
Es una obra impresionante, y despertó en mí un gran interés por Tolkien y su pensamiento. Hay de todo: amor, amistad, belleza y gloria, pero también sufrimiento, dolor, sacrificio, renuncias. Y no solo varias especies y razas con sus peculiaridades y su historia, sino lenguajes nuevos, canciones y poemas completos. Y sobre todo, lo que más me gustó, el misterio. A pesar de ser una obra de ficción, contiene muchísimos elementos de lo más real, que nos tocan a todos los hombres.
En el último capítulo, cuando Frodo y Sam se dirigen a los Puertos Grises, se va haciendo cada vez más evidente lo que está pasando en el corazón de Frodo: el deseo de algo más, algo aún más grande y bello que La Comarca y todo lo que él conoce. Me gustó la parte en que lo describe tarareando una versión algo cambiada de la vieja canción de los caminantes:
Aún detrás del recodo quizá todavía esperen
un camino nuevo o una puerta secreta;
y aunque a menudo pasé sin detenerme,
al fin llegará un día en que iré caminando
por esos senderos escondidos que corren
al oeste de la Luna, al este del Sol.