A los que están caminando lejos…

Si pensábamos que la santidad es para personas raras que se pasan todo el día rezando, definitivamente San Agustín es un contraejemplo. No podríamos creer que se trata de un santo si observáramos su vida anterior a su conversión al cristianismo. Más que su extraordinaria inteligencia, tenía algo clave: un corazón inquieto, siempre en busca de la verdad.

En el retiro que hice este fin de semana me encontré con un libro sobre él, “Los cinco minutos de San Agustín”, con pensamientos suyos para todos los días del año. En la contraportada leí una frase suya que automáticamente hizo que lo compre. Además, ahora que lo pienso, nunca me puse a leer algo de San Agustín.

Dame personas enamoradas: ellas entienden lo que yo digo.
Dame los que anhelan; dame los que tienen hambre;
dame a los que están caminando lejos, en el desierto,
que tienen sed y suspiran por la fuente del país eterno.
Dame este tipo de personas: son los que yo comprendo.

Lo próximo a leer de uno de los más importantes Padres de la Iglesia latina son sus Confesiones.